¿HA DESAPARECIDO EL COMUNISMO?

¿Ha desaparecido el comunismo con la caída de la URSS? ¿Queda algo del comunismo en Occidente? ¿Es el comunismo el gran enemigo que era? ¿Hemos de combatir al comunismo?. Adelantemos que el comunismo desapareció, salvo residuos descafeinados y sin importancia, como fuerza política, pero que queda mucho, muchísimo, demasiado, del comunismo enquistado en TODOS los reductos de nuestras sociedades. Que nuestro gran enemigo es el Capital, con todas sus derivaciones, y que, ciertamente, hemos de combatir el comunismo que impregna, inadvertidamente, los mas insospechados ámbitos del “Mundo libre”. No busquéis esos restos del comunismo entre nuestros políticos de procedencia marxista, ni en las pandilla de gamberros drogados y bandas parapoliciales que se creen comunistas, pero que hubieran encontrado seguro acomodo en el GULAG, de haber vivido en el paraíso bolchevique... Mejor dicho, no los busqueis SOLO en esos puntales del Capitalismo. El comunismo superviviente esta aquí y allá, lo envuelve todo, lo impregna, como hemos dicho, todo. El comunismo ha conseguido un tremendo triunfo, que es mayor por pasar inadvertido a la mayoría, pero no ha sido el triunfo de Lenin o de Trotsky, sino el de Gramsci. Ha fracasado en sus planes de dominio político, de esclavitud mundial y de imposición mediante el terror, pero ha vencido en los de control de las mentes y de la cultura y de penetración en el subconsciente y en el espíritu de aquellos que se creen libres de contaminación comunista. Esa impregnación, que supone el fiel cumplimiento de los planes (mas que teorías) de Antonio Gramsci, se pone de manifiesto por doquier, y a menudo, con aspecto exterior contradictorio.

Veamos algún ejemplo de cómo la conquista de las mentes y la esclavización de los espíritus han llegado mas allá de los tanques. ¿A que obedece la tendencia de calificar como “fascista” a liberales, marxistas, derechistas, etc, etc, siempre que se les haga aparecer como nocivos?. El profesor Manuel García Morente en su interesantísima obra ¡de 1938!, “Experimentum Crucis” recoge las fases de la estrategia comunista, la primera de las cuales consiste en englobar a todo enemigo bajo una etiqueta resonante, aunque sea falsa: el fascismo. El fenómeno pervive porque lo que bien se aprende nunca se olvida ... y son muchos años aprendiendo. ¿Por qué todos los que han combatido al comunismo, sean de la ideología que sean, e incluso aunque no tengan nada que ver con el Nacional Socialismo, sufren el peor de los desprestigios?. Reagan o Mussolini, Videla o Thacher, Hitler o MacCarthy, Franco o Nicolas II, Pio XI o Somoza, tienen como denominador común su encontronazo con el comunismo y sufrir las peores invectivas sin encontrar apenas valedores ni aun donde debiera haberlos. Y, paralelamente al denuesto de sus enemigos, se produce una especie de “bendición tacita” del comunismo. El comunismo todo lo hace bien, es intocable, intangible, infalible e inatacable. El botón de muestra: si Gorbachov, traicionando arteramente a la URSS, hace forzada y remuneradamente la “transición” hacia la “democracia”, recibe el Novel de la Paz, estruendosos aplausos y pingues ingresos, sin importar sus innumerables crímenes como director de la KGB, como responsable de la invasión de Afganistán, o como represor desde su trono del Kremlim; si Pinochet, generosa y graciosamente, hace igual transición (pero entregando a sus sucesores un país que es el mas prospero de su entorno y no la ruina soviética), sus beneficiarios le persiguen sañuda y cobardemente, faltando a la palabra dada en su día, volviendo del revés sus propias leyes y valiéndose de potencias extranjeras para poder consumar su cruel traición. Gorbachov presentaba una brillante ejecutoria al servicio del comunismo, Pinochet lo combatió y, mas imperdonablemente, lo venció.

¿Por qué los crímenes comunistas, siendo mas actuales, mas obvios y mayores cuantitativa y cualitativamente no disfrutan de la insistente publicidad que se da a la casi siempre imaginaria y siempre exagerada y tergiversada “barbarie fascista”?. Incluso cuando se reconocen crímenes marxistas se desvía la responsabilidad hablando de “stalinismo”, “polpotismo” ... o, incluso como hemos dicho, “fascismo”. En el ya mencionado trabajo del profesor García Morente, aparece la tercera fase de la estrategia comunista resumida como: “disfrazar el comunismo de democracia, de socialismo, de anarquismo, de todo menos comunismo” (ese camuflaje, además de para eximir al comunismo de la responsabilidad de sus repugnantes e innumerables crímenes, se extiende a la imagen publica del comunismo para “arreglar” un “comunismo no comunista”; de ahí surgen “El Olivo”, “Izquierda Unida”, “PSOE”, “Herri Batasuna” y otros experimentos desnatados que se presentan y ofrecen bajo diversas denominaciones y tras numerosos escaparates; y por ahí desaparecen hoces, martillos y demás simbología con la que, hasta no hace mucho se identificaba al comunismo). ¿Y que decir de lo serios que alertan contra “el huevo de la serpiente” (¿no os suena de nada esto?) los mismos que acogen con sonrisitas irónicas y conmiserativas las denuncias, fundamentadísimas, de la barbarie roja? ¿Y los que piden no remover el pasado cuando se habla de GULAG, de Paracuellos, de las checas, de la Lubianka, del Telón de Acero, de Katyn, de Praga, etc, pero no se les cae de la boca Auschwitz y otros parques de atracciones parecidos?.

¿No resulta extraño el odio africano que el marxismo, y los inadvertidamente marxistizados, profesan hacia el ejercito, viendo la exaltación militarista respirada en los países comunistas?. Lenin proclamo que “sin desorganización del ejercito no se ha producido ni puede producirse ninguna gran revolución” (Obras Escogidas, T. IV, p.86). y los comunistas dogmatizados y dogmáticos siguen aferrados, lo mismo que sus acomplejados compañeros de viaje, al dogma. ¿No es contradictorio el fanático apoyo del comunismo, que es por definición internacionalista, al separatismo en España?. Todo arranca del VII Congreso Internacional Comunista de 1935, en el cual, con el fin de favorecer la estrategia soviética, se orquesto la balcanización de España; unos meses después, el 9-II-1936, Jose Diaz, cabecilla del PCE, en el Salón Guerrero de Madrid confirmo, como novedad, el apoyo comunista a la balcanización. Hoy la URSS ha desaparecido y el comunismo carece de poder político, pero ese tic anti español goza aun de magnifica salud incluso entre aquellos que, por lógica política e histórica deberían estar rabiosamente en contra. Pero el odio a todo lo nacional (que no es exclusivo de España, aunque si es aquí donde se expresa con mayor virulencia y, dígase, extravagancia) tiene otra base: el V Congreso de la Internacional Comunista aprobó la resolución que consagraba como supremo objetivo de todos los comunistas del mundo la defensa de la URSS (esta idea ya había sido expresada con absoluta claridad e insuperable cinismo por Trostky al afirmar que “el patriotismo es un deber revolucionario a favor del estado de los soviets, pero a favor del estado burgués constituye traición”). Ahí empezó la lucha del comunismo, con un enorme despliegue de medios (Agit-prop, terrorismo, invasiones militares, etc), contra la identidad y los intereses nacionales y contra cualquier sentimiento patriótico. El éxito fue rotundo: hoy casi nadie, comunista o no, se atreve a pronunciar la palabra “España”.

¿Cómo es que, a pesar de que el 100% de las bandas y organizaciones terroristas son de inspiración comunista (no hacen otra cosa que cumplir con las “ordenes” del judío Lenin) nunca se les llama así?. Se hacen los mas complicados equilibrios y se les llama “violentos”, “radicales”, “anti demócratas” o, una vez mas, “fascistas”. Aquí se mezcla todo: el disfraz, la intangibilidad, el descrédito del enemigo...

Todos esos ejemplos, y muchos mas, en los que lo mas importante y esclarecedor es la sutil influencia comunista fuera de su ecosistema natural, no son mas que el resultado de los empeños de ese sólido y cínico frente comunista que acecha desde cátedras, pulpitos y consejos de redacción al amparo ¡aun! del desenlace de la Segunda Guerra mundial, de poderosas fuerzas políticas y económicas interesadas en insuflarle vida artificialmente al cadáver y del enorme e intenso trabajo de casi un siglo ejecutado por la Unión Soviética y sus compañeros de viaje que, con la inestimable ayuda de mas de un despistado, mantienen sin enterrar a un muerto ... y ya huele.

Artículo extraido del Boletín NS de Granada “Orden Nuevo” Nº35.

Comentarios

Anónimo dijo…
Exelente artículo

Saludos!

www.manschile.blogspot.com

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